El niño ha dibujado una línea con tiza.
¡Detrás de esa línea está su casa! ¿Un lugar dónde nadie puede entrar?
El conejo, el caracol, la rama del árbol…, se ríen de las fronteras. Otro niño es el único que retrocede ante la línea y eso no era lo que quería nuestro protagonista...
Y para borrarlas, han tenido que ser respetadas y hemos tenido que aprender a querer que no nos impidan estar con los demás.
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