La historia funciona como disparador de un relato que gira alrededor de un niño con síndrome de Asperger que pierde a su padre en el ataque a las Torres Gemelas y emprende una búsqueda para, mediante pistas y mensajes simbólicos, reencontrarse con su padre en una especie de juego filosófico que funciona como mecanismo para unir a padre e hijo, quienes se encuentran en planos disímiles, pero unidos desde el afecto mas allá de la presencia física.
La astucia y el vuelo imaginativo del joven jugarán un papel fundamental para encauzar esta búsqueda. Sus ojos son un prisma a través del cual la historia gana una subjetividad muy particular, dado el autismo del pequeño y la forma en particular de ver, sentir y explorar su mundo.
Narra la historia de un chico de nueve años de edad llamado Oskar Shell (Thomas Horn) que, entre otras cosas, es inventor, diseñador de joyas, astrofísico, tamborilero y pacifista. Cuando encuentra dentro de un cofre una misteriosa llave escondida por su padre, antes de fallecer en los ataques del 11 de septiembre, iniciará una búsuqeda por toda la ciudad de Nueva York con el fin de encontrar qué abre dicha llave... entre los más de 162 millones de cerraduras existentes en dicha ciudad.